A la escucha de la contrahistoria desde las cloacas: Un asesino solitario de Élmer Mendoza
Resum
El asesinato del Luis Donaldo Colosio Murrieta en 1994 ha sido probablemente uno de los mayores secretos bajo resguardo del Estado mexicano. Esto ha motivado la creación de una serie de versiones alternas que buscan oponerse a una de las principales funciones de la secrecía oficial: evitar que el Estado sea concebido como la máscara del verdadero poder organizado (Abrams). En este conflicto de narrativas, la literatura tendría un lugar especial, pues no aspira a convertirse en la Historia, sino a fragmentar ese discurso monolítico en otras historias (Piglia). Del ejercicio literario de Élmer Mendoza en Un asesino solitario (1999) se desprende el uso del rumor como contranarrativa. Esta novela entrega una versión paralela a la oficial desde el plano de lo ficcional, al tiempo que busca obtener una toma del último eslabón de la cadena en el ejercicio del poder político que echa mano de medios criminales para asegurar su prevalencia (Domínguez-Ruvalcaba): un asesino a sueldo movido por la maquinaria del Estado. El presente trabajo acentúa la necesidad de comprender la novela a partir de tres deslindes: en primer lugar, apartarla de la etiqueta de lo “narco” que ha acompañado a su autor, pues su obra presenta un quiebre importante a partir de sus primeras dos novelas (Zavala); en segundo lugar, reconocer el desmarque de su propio género en tanto novela negra (Giardinelli) y, finalmente, su alejamiento del discurso oficial a partir del análisis de la propia narrativa del Estado en el informe de la investigación emitido por la extinta pgr.